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martes, 22 de noviembre de 2016

Un secuestro en Olite y otro en Pitillas en 1882. Tras el de Pitillas detuvieron a tres uxuetarras.

En otros capítulos de este blog hemos hablado de muertes y actos de bandidaje protagonizados por gente de Uxue a la vez que mencionábamos el contexto social de la época en que sucedieron.

El siglo XIX fue desastroso para la economía de los municipios navarros. Primero fue la francesada, luego vino la guerra realista de 1823, más tarde la primera guerra carlista de 1832. Luego otra guerra carlista, la de 1872...
En todas y cada una de estas guerras los ayuntamientos y vecinos de cada pueblo se vieron obligados por los de un bando y por los del otro a alimentar a los ejércitos que como de costumbre vivían de lo que pedían, requisaban o encontraban allá por donde pasaban.

Pronto llegó la bancarrota a las haciendas locales, pero guerra a guerra los bandos contendientes seguían haciendo continuas demandas de raciones, ropas y caballerías que el vecindario era incapaz de atender por sus propios medios. 
El resultado fue que una importante masa de bienes comunales fueron vendidos a gente adinerada para así poder satisfacer las demandas de los ejércitos, partidas, guerrillas y contraguerrillas en litigio. 
El resultado fue que las clases populares al volver de las guerras vieron que los comunales de donde anteriormente obtenían su sustento estaban en manos privadas. 

A causa del descontento, en muchas localidades hubo incendios y sabotajes clandestinos contra  los bienes de los compradores del comunal y contra los de los cargos municipales que habían consentido las ventas.

La indigencia de los más pobres llevó a unos cuantos de ellos al bandolerismo y como veremos en lo que os voy a contar, incluso al secuestro de gente adinerada.

La emigración se convirtió en alternativa para intentar mejorar el modo de vida y salir de la miseria. 
Solamente en el periodo de entre 1900 y 1930 más de sesenta mil navarros (de una población de unos 300.000) emigraron preferentemente hacia América.

Para entender esta época de entre finales del siglo XIX  hasta 1930 es muy aconsejable la lectura del libro del melidés Jose Miguel Gastón titulado ¡Vivan los comunes! cuya portada reproducimos en la foto de al lado.
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Entremos en el tema de hoy. 
Era el año 1882. Hacia seis años que había finalizado la última guerra carlista.

DOS SECUESTROS CERCA DE UXUE.
Aquí os cuento dos secuestros llevados a cabo con similares modos de actuar y en pueblos muy cercanos. 
El primero ocurrió en Olite en febrero de 1882 y el otro en Pitillas dos meses más tarde. 

En ambos se pidieron importantes sumas de dinero cosa que delata que las victimas eran de clase alta y, según leemos en las crónicas, poseedores de tierras.
La noticia de ambos sucesos las encontramos por medio del Portal de Prensa Histórica que nos envió al periódico Lauburu de aquellas fechas.




FEBRERO DE 1882. 
SECUESTRO EN LA CELADA DE OLITE
El periódico Lau-buru relata el secuestro ocurrido en el sendero que conduce a Uxue, término del Portllo de La Celada de Olite, tal como lo copio a continuacion:

EL CRIMEN DE OLITE.
Lauburu  año 1 numero 4 - 1882 febrero 19.
En cartas que hemos recibido de esta ciudad, se nos dan mucho y muy curiosos detalles acerca del secuestro de D. Juan Antonio Iturralde, verificado anteayer según dimos cuenta en nuestro último número.
Se nos dice, entre otras cosas principales que el hecho aconteció a las once y media del día, cuando dicho señor entretenido en recorrer una finca de su propiedad se disponía a montar a caballo para regresar a la población.
Llegaron al Sr Iturralde dos desconocidos que venían de la parte de Beire y otros dos por la de San Martín de Unx y le obligaron a escribir con lápiz sobre papel algunas líneas en que pedía a su familia la suma de dos mil duros; mandaron con esta misiva a un criado del victima previniéndole que volviese con la cantidad al Portillo de la Celada pero solo, pues de venir acompañado por cualquiera asesinarían al amo.
El criado regresó.-Ignoramos si con la suma o con parte de ella- y poco tiempo después el secuestrado entraba en su casa en el estado de ánimo que cualquiera puede imaginarse.
El inspector de orden público S. Olalde y el Sr Laborderia padre político de Iturralde se pusieron en movimiento para dirigir la persecución que por informe que tenemos podía haber sido mejor organizada.
A las cinco de la tarde volvían los municipales Artega y Marticorena trayendo detenido un individuo que dijo ser de Gallipienzo y que estaba en un caserío de aquellas inmediaciones.
Otro individuo que sirvió en una contraguerrilla muy nombrada hace algunos años estaba trabajando cerca del Portillo y aseguró que en efecto había visto pasar por allí a cuatro sugetos.
La Guardia Civil de Tafalla salió por la parte de  San Martin con dirección a Ujué y la de Caparroso por las Bardenas sin que pudiera asegurarse nada pues algunas confidencias que se recogían eran contradictorias.
 No hemos de terminar esta narración sin dejar de recordar a todas las autoridades la justicia y la conveniencia que entraña para los pueblos de esta parte de Navarra el aumento de las fuerzas de la Guardia Civil con la que habrían de evitarse crímenes inauditos como el de que nos ocupamos para cuyos autores pedimos todo el peso de la ley más dura y rigurosa.
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Este mismo periódico informaba el 9 de marzo de ese mismo año que habían detenido en Villava a un individuo que relacionaban con el caso y que hacía poco había conseguido trabajo en la fábrica de papel "La Navarra" de aquella localidad. 

Como vemos, la cantidad que se exige por la libertad del secuestrado delata la posición social del mismo. Mil duros (cincomil pesetas) era una importante cantidad en aquella época.

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ABRIL DE 1882. 
SECUESTRO EN PITILLAS.
Si el secuestro de Olite fue en febrero, este otro, ocurrido en Pitillas, fue en abril del mismo año. 
Fueron detenidas y acusadas por tal hecho tres personas naturales de Ujué.
Veamos como relataba este nuevo secuestro el periódico Lauburu:

EL SECUESTRO  EN PITILLAS DE D VALENTÍN SAGARDOY
PITILLAS 18 DE ABRIL DE 1882.
Sr. Director de LAU-BURU
Muy Señor mío y apreciable correligionario 
Ayer antes del mediodía comenzó a circular por esta pueblo la noticia de que D. Valentín Sagardoy (a) Pozuelo, había sido secuestrado en el término de Dolomondos por cuatro desconocidos armados de trabucos y llevado en dirección a Santo Domingo.
Un hermano del secuestrado que con él se hallaba trabajando en aquel término después de facilitarles cuatro duros, única cantidad que llevaba consigo, fue comisionado por los secuestradores para pedir a su familia 600 duros como precio del rescate del hermano que quedaba en rehenes, bajo la amenaza de asesinarle de no cumplir con el encargo. 
Tan pronto como la noticia se hizo pública, el pueblo en masa, unos a pie y otros a caballo se lanzaron en dirección al punto en que tuvo lugar el hecho. Y los secuestradores viendo la actitud tan decidida de todo un pueblo y frustradas las esperanzas de obtener un rescate, emprendieron precipitadamente la huida en dirección de las Arreas, dejando en libertad y sin causarle el menor daño al secuestrado Sr. Sagardoy. 
La familia de este se había apresurado a reunir la cantidad exigida por los secuestradores sin que afortunadamente se hubiese dado lugar a su entrega. 
Como presuntos autores fueron detenidos dos sujetos vecinos de Ujué y traídos a la cárcel de este pueblo.
La precipitación con que escribo estas líneas me impiden hacer las consideraciones a que el hecho se presta, falta que espero subsanará con ventaja la dirección de ese ilustrado periódico.
Soy de Vd. afectísimo S. S. El Corresponsal.

 Meses mas tarde, en el Lau-buru del 7 de junio se decía que la Guardia Civil de Olite había detenido a otro sujeto de Ujué por ser uno de los autores del secuestro del señor Sagardoy.

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EPILOGO
Al analizar estos dos secuestros podemos intuir que las victimas fueron de la clase adinerada y que por ende, quizás ambos dos fueron de los que compraron tierras del comunal en dichos pueblos.
Los secuestradores seguramente no reivindicaban nada sino que intentaron sacar provecho secuestrando a quienes podían pagar buen rescate.
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Los conflictos corraliceros, ya de cariz organizado y reivindicativo, tuvieron amargos desenlaces para los que reclamaban la reversión del comunal al pueblo:  
 
Los días 30 de abril y 1 de mayo de 1869 el coronel Lagunero provocó una escabechina en Tafalla con muchos heridos y muertos.
El año 1884 la represión ejercida en Olite causó cuatro muertos. 

Las movilizaciones por el comunal también tuvieron suma importancia unos años después en Tafalla.

Olite sufrió la muerte de otros tres vecinos en las movilizaciones de 1914. 
En Miranda de Arga hubo otros cuatro muertos. 

Estos movimientos populares estaban impulsados por Sociedades Obreras “comuneras”, que promovían la roturación ilegal de fincas y ejercía presión sobre sus propios Ayuntamientos para que comunes y corralizas volvieran a los pueblos.
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