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domingo, 28 de septiembre de 2014

Los reyes de Navarra y la caza mayor.

Hurgando en Internet busco información sobre la caza en Navarra durante la Edad Media y me encuentro con tres interesantes capítulos del insigne investigador y escritor Iturralde y Suit donde se dan muchos datos que luego Auñamendi y la Gran Enciclopedia Navarra repiten en sus respectivas entradas a la voz “caza”.

Se trata de un trabajo aparecido en tres entregas de  la Revista Eúskara del año 1881 titulado "La caza en Navarra en los tiempos pasados".
En su primera entrega hace un repaso de la relación del hombre primitivo obligado a:
"resguardarse de los elementos, y atacado por las fieras existentes en aquellas remotísimas edades en que tenia que disputarles la posesión de las cavernas, donde instintivamente buscaban un refugio"
Sigue diciendo que 
"cuando se sustituyeron los instrumentos de piedra y de madera por las armas de bronce y hierro, los hombres se asociaron constituyendo centros de población, y que combatieron con ventaja a sus enemigos naturales, buscando ya en la caza un importante recurso para la alimentación..."

Luego Iturralde cita a  Xenofonte, Homero, Arrianos, y Opiniano entre los griegos, y Gratius, Taliscus, y Nemesianus entre los romanos que ya mencionan en sus obras el arte de la caza..

El escrito sigue relatando la afición a la caza de ciertos reyes de la antigüedad hasta concluir que en la Edad Media la caza mayor fue prerrogativa en manos de los reyes y de la nobleza.
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Iturralde y Suit concluye su primera entrega de "La caza en Navarra en los tiempos pasados" contando que ciertos reyes del Medievo escribieron tratados sobre la caza habiendo noticia de un libro titulado "Parámetros de caza" supuestamente escrito hacia 1180 por el rey de Navarra Sancho el Sabio (hoy solo hay una versión en francés)
Acaba mencionando el libro titulado "Les deduitz de la chasse" escrito hacia 1387 por Gastón Febo III conde de la casa de Foix, obra de sumo interés por su texto y por los maravillosos grabados que lo ilustran.

En la segunda entrega, Iturralde y Suit habla de la reglamentación de la caza en el Fuero Antiguo, redactado en el siglo XIII.
En la tercera, de las leyes de caza dadas por las Cortes de Navarra en 1556 y 1660.
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LOS REYES DE NAVARRA Y LA PRÁCTICA DE LA CAZA
En la segunda entrega el insigne escritor recuerda que en los albores de nuestro Reyno 
"Los bosques ocupaban entonces no sólo la parte elevada del país, como hoy sucede, sino hasta las extensas llanuras que riegan el Aragón y el Ebro; y aun en época relativamente moderna, en el siglo XV, Tafalla y Olite hicieron venir a morar en la primera de estas poblaciones a Pedro Ferrandiz de Atienza, ballestero y cazador de ciervos, y le asignaron una pensión a fin de que «continuamente cazase y destruyese los venados y ciervos que causaban grandes daños en las mieses y viñas." 
En Uxue también se pagaba a un montero por matar. lobos, puercos y venados.
Esta nota de Iturralde y Suit me recuerda que desde 1.552 los de Uxue, además de poder cazar lobos en cualquier lugar y momento, tenían licencia, 
“para que puedan herir y matar los venados y puercos hallados en sus panificados y viñedos y no fuera”.
Tal permiso les venía de mucho antes ya que los uxuetarras de aquellos tiempos alegan en el  mismo documento judicial que 
"la villa había tenido de tiempo inmemorial la costumbre de tener un montero, apensionado por el mismo concejo, para cazar venados y puercos por la multitud que de ellos ha habido y hay en las sierras y montes de la villa y por el daño que en sus panificados y viñas hacen y les hacían"

 (Archivo General de Navarra. Proceso nº 27.357)

 Seguimos leyendo al insigne polígrafo pamplonés:
 "Por este dato (el del cazador de ciervos de Tafalla y Olite), que hoy parece inverosímil dado el aspecto actual de la Ribera, puede juzgarse de lo que sería el resto del país, donde tan abruptos valles, tan elevadísimos montes y tan profundas cavernas se encuentran".
"Aún se conservan vagos recuerdos de la lucha que sostuvieron con las fieras aquellos humildes y heroicos monjes, que, impulsados por su ardiente caridad, penetraron en las entonces espantables soledades del solar navarro, y roturaron e hicieron habitables determinadas comarcas, fundando esos admirables monasterios que como Leire, Roncesvalles, Iranzu, La Oliva, Hirache y otros que visitó el Obispo San Eulogio de Córdoba, fueron focos de santidad y civilización, y refugio de nuestra independencia en los siglos medios".

Grabado tomado del libro "Les deduitz de la chasse" de Gastón Febus III Conde de Foix
(1331-1391)

 

"Los navarros, cuyo carácter belicoso se refleja hasta en sus juegos, buscaban en la caza la diversión que más se acomodaba a sus aficiones.
Los Reyes de esta libre tierra se dedicaron también con predilección a ese ejercicio, que más de una vez trocó la alegría y el fausto de la Corte en lágrimas y luto”
“Efectivamente: ya en 1076 fue despeñado durante una cacería, cerca de Peñalén, D. Sancho IV. 
Murió también cazando en las cercanías de Estella García el Restaurador, y la misma suerte tuvo, al perseguir a un oso, el infante D. Fernando, hijo de Sancho el Fuerte, desgracia que, según indica Sandoval, contribuyó no poco a la invencible hipocondría que amargó los últimos días del héroe de las Navas. “

"Según una vaga tradición, un Rey de Navarra, que se cree debió ser Sancho el Fuerte, o uno de los Teobaldos, peleó también con un león, al que dio muerte. (Sancho el Fuerte hizo una escursión por África, y los Teobaldos tomaron parte en las Cruzadas de Tierra Santa).

Carlos el Noble (1387-1425) cazaba puercos monteses en los sotos de Cortes y Castejón, junto a Tudela, y acostumbraba ir con el mismo objeto a Berbinzana.
Consta así mismo, que D. Juan (viudo de Blanca de Navarra) y D.ª Juana Enríquez estuvieron tres días cazando puercos en el soto de Mora, cerca de Cortes, y apenas hay persona real de cuya afición al arte cinegético no se encuentren numerosos testimonios en nuestros archivos."
Caza mayor. Métodos usados por los reyes de Navarra.

Grabado tomado del libro "Les deduitz de la chasse" de Gastón Febus III Conde de Foix
(1331-1391)

Seguimos leyendo a Iturralde y Suit:
Uso de onzas (guepardos) y leopardos.
"La caza mayor se mataba con flechas, lanzas, chuzos y hachas; para las liebres se empleaba la ballesta, con la particularidad de que la flecha en vez de terminar en un hierro afilado tenía frecuentemente en su extremidad una especie de maza, cuyo objeto era aturdir al animal con el golpe, pero sin desgarrar su piel y su carne.

La vaca artificial, empleada aun en varios países para acercarse a los ánades, se usaba también entonces, y, por últimos se importó la onza y el leopardo, que domesticados se utilizaban para la caza de pelo, del mismo modo que los halcones para la volatería.

Los monteros, precedidos de los perros, recorrían el campo a caballo, llevando en la grupa el leopardo (hay noticias de que  también usaron guepardos a los que llamaban onza).
Cuando los perros hacían saltar la caza, soltábase el leopardo, que, perfectamente amaestrado, se precipitaba sobre su víctima, y entonces apeándose los cazadores, arrojaban a su terrible auxiliar un trozo de carne fresca, que devoraba este, abandonando su presa y volviendo a colocarse en la grupa del caballo.
Luis XI,Carlos VIII y Luis XII de Francia cazaban de este modo con frecuencia, y los leopardos que formaban parte de la montería real, estaban encerrados en un foso o cueva del Chateau d’Amboise, llamada de los Leones, nombre que generalmente daba el vulgo a aquellos terribles carniceros.

Estamos persuadidos de que tan extraño método de caza se usó también en Navarra, pues es sabido que en el magnífico palacio Real de Olite existía un lugar llamado "la leonera", donde se guardaban tan feroces animales.

Así se explica por qué Cárlos II, llamado El Malo, mandó hacer unas andas para llevarlos cuando estaba de viaje, costumbre que hasta hoy se consideraba como capricho propio del carácter que por algunos se atribuye a tan renombrado monarca, pero que puede explicarse naturalmente por su afición al arte de montería.
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Otro día hablaremos de lo que cuenta Juan Iturralde sobre los reyes de Navarra ejerciendo la cetrería en la caza de liebres, conejos, perdices y otras aves.
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