Lo que mas me ha llamado la atención sobre el reportaje sobre
Uxue (entrevistan a nuestro paisano Gaudencio Remón) es la visión melancólica, quizás triste y sombría, con que se refleja la realidad actual de nuestro pueblo, mezclada con la añoranza de unos tiempos pasados en que fuimos más. En general tengo que confesar que el articulo resulta interesantísimo y muy ameno de leer.
Tengo que puntualizar que somos alrededor de 100 personas las que vivimos cotidianamente en Uxue. Y tengo que decir que para uno que vive permanentemente
en el pueblo, el día a día quizás no sea tan triste y pesimista pues, entre otras cosas, los que vivimos aquí lo hacemos con todas las comodidades que pueda tener una vivienda de la ciudad.
En Uxue es imposible sentirse solo como mucha gente en la gran ciudad. En los pueblos nos tratarnos como si fuéramos una gran familia. En un pueblo como Uxue se sabe disfrutar y compartir las penas y alegrías en común. Las penas de cuando muere alguien y las alegrías de cuando nace algún niño o de cuando se casa alguien, por poner unos ejemplos.
Ya que hemos mencionado a los niños, nos sentimos orgullosos de los de Uxue, de sus profesores, de las actividades escolares que desarrollan, de los numerosos premios que han recibido por sus trabajos.. y disfrutamos con ellos en las fiestas y escenificaciones que preparan antes de Navidad, en el día del libro y en carnavales...
El artículo dice que hace 40 años no ha nacido un niño en Ujué…. ¡Claro!... Desde hace unos cuarenta años todos los niños de Navarra nacen en la maternidad, en
Pamplona.. Pero los niños que hay en la escuela son de Uxue.
Hoy en día no vivimos encerrados en el pueblo como antaño.. Hacemos más vida de comarca...Hay comarcanos que suben diariamente a trabajar,.. o a visitar a familiares o amigos, a la iglesia, o a comer en alguno de los tres restaurantes de Uxue.
La cooperativa cerealista está integrada con la de la Valdorba... la vinícola con Olite y Pitillas...Vamos a Olite o Tafalla a las compras... Los jóvenes van a sus estudios a la escuela comarcal, al instituto comarcal, o a la escuela laboral .
La industria comarcal también acoge a trabajadores de Ujué.. Los adultos frecuentamos el polideportivo y las piscinas climatizadas de Tafalla que está a quince minutos en automóvil....sin dejar de vivir en el lugar que nos gusta: El Uxue de siempre.
Mientras, en Pamplona necesitan más tiempo que en Ujué para llegar a la escuela, al instituto o al trabajo.
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No me alargo mas en este preámbulo. Es hora que leáis el reportaje que ha motivado mis anteriores cavilaciones. Si queréis leerlo directamente del Gara solo tenéis que pinchar en el siguiente encabezamiento:
A 815 metros de altitud, Uxue es un asentamiento áspero para las personas.
Con 220 habitantes censados, pero con solo 50 o 60 personas
viviendo en el pueblo en el día a día, Uxue representa el contrapunto de Irura.
La media de edad de vecinas y vecinos es de 55 años y hará cuarenta años que no
ha nacido un niño. Con una altitud de 815 metros, es un asentamiento áspero
para el hombre, tal como escribió Julio Caro Baroja.
La llegada a esta localidad de la zona media oriental de Nafarroa
es un viaje en el tiempo, ya que su carácter medieval y defensivo ha permanecido
indemne hasta hoy. El uxuetarra Gaudencio Remón Berrade la describe como una
zona árida, mal comunicada, que fue refugio de bandidos, desertores,
guerrilleros de las guerras carlistas...
El término del municipio es extenso, tiene 112 kilómetros cuadrados,
por lo que las tierras de labor y de pastoreo quedan lejos. Esto dio lugar a
los corrales.
«Cuando nací, en 1948, había unos 250; de ellos, 220 en pleno
uso. Allí se dormía, se iba con las caballerías, se hacía la siega, la tría, la
agricultura. Era una forma de vida, de entender las relaciones, de lucha, de
supervivencia. Se pasaba allí toda la semana y se volvía a casa el sábado por
la noche. En verano, se iba para toda la temporada», recuerda el coautor de
«Los corrales de Ujué y la vida de antaño».
Este es un libro coral que casi se
hizo en auzolan, donde participan unas 70 personas recordando los corrales, y
todos coinciden en que ni se pasaba hambre ni frío.
Cuando nació Remón había unos 1.200 habitantes. Todos vivían de la
agricultura y ganadería. Contaban con dos herreros, dos carpinteros, el médico,
el secretario, el maestro, el veterinario, el boticario y dos curas. El censo
más alto se registró en 1935: eran 2.200 habitantes.
Después de la guerra
descendió, pero el golpe duro vino cuando con la industrialización de Iruñea.
La gente fue abandonando el pueblo para ir a las incipientes industrias
navarras, en menor medida a Gipuzkoa -sobre todo a Zumarraga- y a Bilbo.
A todo
eso se suma la irrupción del tractor, que hizo que sobrara mano de obra en el
campo. «El punto más vivo era el santuario religioso. Cuando en mayo llegaban
las romerías de toda la Ribera navarra, el pueblo rejuvenecía». Las romerías
siguen siendo fundamentales y dan mucha vida.
Su fortaleza también es un punto importante en la historia
navarra. Es una atalaya de casi 900 metros desde donde se divisaba todo el
límite con Aragón y las incursiones bélicas que pudieran entrar por esa zona
eran descubiertas fácilmente. Por lo demás, no hay palacios, las casas son
sencillas, de piedra, bien trabajadas.
El escritor nos cuenta que mucha gente trabaja y vive en Tafalla o
Iruñea pero se mantiene censada en Uxue. «Les tira. Tienen casa allí y van los
fines de semana y en verano; en esa época puede que haya 300 o 350 personas.
Pero en invierno es un pueblo apagado, no están más que el cura y 50 ancianos.
Hay algunos chicos; a la escuela van siete, gracias a que vive un matrimonio
originario de Marruecos con dos pequeños. La agricultura ha venido a menos y
habrá tres agricultores».
Los fines de semana el pueblo tiene vida por la
cantidad de excursiones que se organizan y por las casas rurales. Y se mantiene
la industria casera de las garrapiñadas, que siguen haciendo con la misma
fórmula de finales del siglo XIX. «Si no, es un lugar sombrío, nebuloso, donde
el viento azota fuerte. La gente ha salido de compras con casco porque volaban
las tejas».
Mucha gente visita el pueblo por las migas. «Son las mejores
-afirma Remón-; ministros, lehendakaris, tenores de la talla de Alfredo
Kraus... han venido exclusivamente a degustar este alimento tradicional de las
zonas rurales que es elogiada por gastrónomos. Su base es el pan seco de pan
cabezón de siete-ocho días y la grasa de cordero».
Las hambrunas de finales del siglo XIX, las guerras carlistas, las
guerras de África un poco más tarde y las imponentes sequías llevaron a mucha
gente a la emigración. «De chicos coleccionábamos sellos de cartas que nos
enviaban familiares de Argentina, Venezuela o Cuba. Todos teníamos algún
familiar en estos tres países, fundamentalmente en Argentina».
Gaudencio Remón |
Precisamente,
hace seis años fue allí y se reunió con los primos de su madre. Curioseó las
guías de teléfono de Candil, Mar de Plata y Buenos Aires y se encontró con un
montón de apellidos de Uxue. Hizo la prueba de llamar y le decían: «Mi abuelita
era de Uxue, ¡qué lindo que me ha llamado usted!». Estos familiares de
uxuetarras siguen haciendo migas y garrapiñadas.
Pueblo de longevas y longevos.
Gaudencio Remón no cree que el pueblo vaya a cambiar mucho. Cada
año se cultivan menos robadas y hay menos ganadería: no hay más que dos
rebaños. Es un pueblo netamente turístico y gastronómico, que está sirviendo de
segunda residencia para jubilados. Es el caso de nuestro contertulio: «Aunque
tengo la casa de mis padres, suelo ir a un corral que lo tenemos arreglado, a
ocho kilómetros del pueblo, donde escribo».
Escribe, por ejemplo, cuentos sobre historias que le contó su
abuela, recopiladas en el libro «Los sin voz» y algunas en «Los corrales de
Ujué». Todos parten de un hecho cierto ocurrido en Uxue o en el entorno. Como
la historia de un pastor que vivía en un corral. Un día gélido, el padre de
Gaudencio Remón se encontró con él. «¡Mucho frío hace hoy, Gregorio!», le
comentó. «Mucho, mucho. Yo lo noto por las cabras, se meten detrás de los
chaparros».
Uxue es un pueblo con longevos y longevas centenarias. Podemos
hablar de siete personas que han pasado de los 100 años. Algo tendrán las
migas, el aire, la casta...
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