Florencio Idoate Iragui |
El cirujano de Uxue.
A Florencio Idoate que estuvo al cargo del Archivo General de Navarra le debemos una gran labor de divulgación de cosas de la historia de Navarra en diversos medios.
Son de obligada consulta los tres volúmenes de su obra titulada Rincones de la Historia de Navarra.
Con lenguaje ágil, ameno y fácil de leer va contando un sinfín de hechos curiosos que fue encontrando en los legajos, carpetas y documentos del Archivo General.
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Lo referente a Joan de Mañeru cirujano de Ujué lo cuenta en el primer
volumen de su obra, (páginas 94-96).
En relatos posteriores de otros autores encontramos a veces variaciones que no coinciden con el relato de Idoate.
Florencio Idoate cuenta en su libro que el año 1608 Joan de Mañeru asistió en Uxue a un cirujano francés en la operación a un herniado, caso en donde la responsabilidad era del cirujano forastero y no del ujuetarra.
Es más. El cirujano Mañeru viendo que aquel método de operar no era muy correcto dijo
al francés "que había andado muy mal", y añadió en vascuence, según atestiguó Antón Burgui, “que si aquel niño no moría de aquella cura que de
ninguna moriría”.
Pues bien. Hay versiones posteriores que ponen equivocadamente la responsabilidad del caso en Juan Mañeru. También hay versiones que ponen los hechos que se juzgan en el hospital que hubo junto a los ábsides románicos de Ujué. Tampoco fue así, ya que como veremos los cirujanos iban al domicilio de los enfermos y allí los operaban.
Ante todas estas versiones equivocadas nuestro incansable amigo Juan José Casanova Landívar de Pitillas ha ido a las fuentes. Al documento original en donde Idoate encontró la historia que contó en sus libros. Y lo publicó en su blog.
Gracias a la lectura del documento original podemos poner las cosas en su sitio. Sabremos como fue la operación que practicó el cirujano francés. Su huida, y de paso también sabremos de otras actuaciones, no todas con final feliz, de nuestro cirujano
Joan Mañeru.
Sabremos que el cirujano era natural de Zirauki casado con Joana Phelipe natural de Uxue, y que si él sabia euskara era porque en su pueblo natal (Zirauki) esa era la lengua natural.
Y de paso sabremos el nombre de un antepasado de nuestro pueblo que se apellidaba Burgui como yo, el cual como todos los uxuetarras de su tempo también sabia euskara.
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EN REIVINDICACIÓN DEL CIRUJANO DE UXUE.
El cirujano de Uxue. Dibujo de Ángel Elvira. |
Juan de Mañeru, nació hacia 1.580 en Cirauqui. Durante
varios años se ejercitó en el arte de cirugía en Pamplona y otras partes del
Reino con cirujanos examinados y aprobados con fin e intención de ejercer la
profesión.
Enterado de que no podía usarla sin licencia de Su Majestad, pidió
ser admitido a examen al protomédico de
Navarra, doctor Juan Martínez, alcalde y examinador mayor de todos los médicos, apotecarios, cirujanos, barberos y otros
anexos a esta facultad, siendo sus examinadores Lope Pérez de Azcona y Hernando
de Mendiri, cirujanos, quienes le señalaron, para descubrir su nivel, tres
cuestiones: el cirro, en el tema de los tumores; una herida penetrante en el
vientre, en el de las heridas; y una úlcera sórdida, en el de las úlceras.
Tras el examen se le dio título con fecha 15 de enero de 1.604 con la condición de
que no entendiese en heridas penetrantes de pecho, cabeza y vientre ni juntas,
si no fuese en compañía de cirujano examinado y aprobado, hasta que tuviese la
edad de 30 años y esto fue por no tener edad ni experiencia.
Mañeru llegó a Ujué hacia 1.604, por casamiento con Joana
Phelipe, natural de Uxue, hija de Gracián y de Catalina Lubián; desde entonces
fue conducido por cirujano de ella tras la presentación del título de tal
oficio, dado por el protomédico de Navarra. A veces la conducción la compartía
con otro cirujano llamado Joan Ruiz.
HECHOS PRELIMINARES
Corría el año 1.608 cuando llegó un francés, oficial de
curar quebraduras, al monasterio de la Oliva, donde tenía gran trabajo curando
a ciertos frailes de la citada enfermedad.
Llegada la noticia de la fama del
francés a Martín Çuría, hijo de Juan, que era persona principal de Ujué y
alcalde dicho año, el cual tenía un niño con quebradura, se acercó al
monasterio para informarse de la notoriedad del oficial, por medio del
apotecario y de otros frailes que andaban convalecientes.
Le certificaron que
era el mejor que había en el Reino para dicho arte y aun en toda España.
Con esta satisfacción, Martín Çuría y su hijito, junto con Juan de Mañeru, nuestro protagonista, se acercaron otra vez al monasterio para que el operador conociese de manera directa la enfermedad que sufría el niño. Una vez realizada la visita, se concertaron con el oficial y le hicieron venir a Ujué.
EL CIRUJANO FRANCÉS OPERA A VARIOS ENFERMOS EN UXUE.
Con esta satisfacción, Martín Çuría y su hijito, junto con Juan de Mañeru, nuestro protagonista, se acercaron otra vez al monasterio para que el operador conociese de manera directa la enfermedad que sufría el niño. Una vez realizada la visita, se concertaron con el oficial y le hicieron venir a Ujué.
EL CIRUJANO FRANCÉS OPERA A VARIOS ENFERMOS EN UXUE.
Durante el mes de
abril y ya en la villa, le abrió al enfermo y le operó, curándolo después hasta
cinco veces muy bien, pues ya estaba sin calentura.
En esta situación, el francés le pidió al abuelo le pagase
su trabajo, quien le respondió que no le pagaría hasta que acabase de curar del
todo a su nieto.
El castrador, algo molesto, le contestó:
- No me puedo detener aunque vuestra merced no me pague
nada, yo ya he cumplido con el concierto que hice con su hijo. Le enviaré un
oficial que está en el monasterio, es tan bueno como yo, os podéis fiar de él.
Y con esta condición pagó Juan Çuría la cura de su nieto.
Durante su estancia en Uxue, visto el éxito obtenido, hizo
otro tanto con el hijo de Antón Burgui, que sufría también de hernia y
recibió la petición, por medio de
intermediarios, de curar a un hijo de dos años de Joan Cruzat, que sufría
igualmente de quebradura. El castrador pidió 7 ducados por las “medicinas y las
manos”, a lo que no accedió Cruzat por ser hombre pobre.
Efectivamente, a finales de abril, como dijo el castrador,
vino el criado oficial, con sus recados y medicinas y curaba tan bien y con
tanta sotileza como su amo.
Así estuvo un tiempo cuidando y terminando de curar
al nieto de Çuría y al hijo de Antón Burgui, en cuya casa se hospedaba.
OPERAN AL HIJO DE JOAN CRUZAT Y GRACIANA JURÍO.
OPERAN AL HIJO DE JOAN CRUZAT Y GRACIANA JURÍO.
El postrer día de abril, nuestro cirujano, Juan de Mañeru,
hizo llamar a Cruzat por medio del corredor Joan Joanes, para que acudiese a
casa de Antón Burgui.
Allí trataron sobre la operación de su hijo, ofreciéndose
Mañeru como intermediario ante el oficial, para que castrase a su hijo por
pocos dineros.
El cirujano y el francés se apartaron a un rincón y estuvieron
tratando del tema. Al final Mañeru se dirigió a Cruzat manifestándole que el
francés era buen oficial y que curaría muy bien a su hijito por 12 reales; bajo
este ofrecimiento y seguridad aceptó que lo
castrasen.
El padre manifestó a continuación que no podría asistir a la
operación, pues tenía que acudir a cuidar su ganadería y que no volvería a casa
hasta la tarde, pero que no se preocupara el operador, que en viniendo, le
pagaría. Esto mismo se lo dejó dicho a su mujer, Graciana Jurío.
Al día siguiente, día de Santa Cruz, después de misa mayor,
a las ocho de la mañana o algo más, se presentaron en casa de Cruzat el oficial
francés, el cirujano Mañeru, Antón Burgui y Martín Aldunate, junto con una
mujer y una moza.
Tomaron al muchacho y lo llevaron a un aposento. Antes de
comenzar le dijo el cirujano al francés que mirase lo que hacía, que si no se
atrevía a castrar no pusiese manos en el niño. El operador se molestó y siempre
estuvo muy tieso diciendo que sí sabía operar muy bien.
Y con esto, teniendo
Aldunate y Burgui de las piernas y brazos al niño, principió a castrar el
francés. El acusado, a veces alumbraba y a veces le daba los aparejos que tenía
para castrar, pero no tocó Mañeru para nada al niño, sino sólo cuando le
pusieron tres granos que no se sabe de qué eran, pero que colocados los tres
granos le puso un poco de lienzo encima, entonces el cirujano le asentó la mano
sobrepuesta del pegadito hasta que los granos agujerearon.
Después, el francés, sin que le ayudase el acusado, le abrió
y le sacó una vena, le ató con una cuerda, fue entonces cuando le ayudó Mañeru
a tener y ligar con la cuerda. Viendo Mañeru que aquello no era muy correcto
dijo al francés que había andado muy mal, y añadió en vascuence, según Antón
Burgui, “que si aquel niño no moría de aquella cura que de ninguna moriría”.
La operación principió a las nueve y no dejaron entrar a
nadie en las dos horas que duró la operación.
Cuando salieron, comunicaron a Graciana que el niño no se
moviese de la cama, que vendrían entre día a ver al muchacho y se fueron a
comer el acusado y el francés a casa del alcalde. La madre cumplió con todo lo
que le habían dicho, pero todo lo que el muchacho tomaba, lo vomitaba.
Pasadas entre dos y tres horas después de comer, después de
vísperas, volvieron Mañeru y el francés a visitar y reconocer al muchacho;
habiéndole quitado los paños que tenía en el quebrado, lo volvieron a cubrir
para que no viese la madre la maldad y bellaquerías
que le habían hecho; pero en un instante observó que tenía sacadas las tripas y
gritó llorando:
- ¡Ay, que me han muerto al hijo y le han sacado las tripas!
Le contestaron que callase, que no tuviese cuidado, que ya
lo remediarían. Mandaron traer una pinta de vino blanco y lo hicieron calentar
en una escudilla. Con él le limpiaron las tripas y se las intentaron introducir
de nuevo.
Cuando vieron que ya no tenía remedio y no le podían entrar las tripas, dijo el acusado Mañeru al francés que lo dejasen estar, que tenía las tripas llenas de viento y que después le entrarían.
Con esto, sin más, le pusieron un paño blanco encima y se apartaron junto a una ventana a comentar en gran secreto la situación.
Cuando vieron que ya no tenía remedio y no le podían entrar las tripas, dijo el acusado Mañeru al francés que lo dejasen estar, que tenía las tripas llenas de viento y que después le entrarían.
Con esto, sin más, le pusieron un paño blanco encima y se apartaron junto a una ventana a comentar en gran secreto la situación.
Rápidamente salieron de la casa de Cruzat y fueron a la de
Antón Burgui. En ella Mañeru le hizo dar de beber al francés, después le
acompañó hasta la ermita de San Miguel, desde donde se despidió el francés por
miedo a que le prendiesen viendo la mucha obra que había hecho, para nunca más
volverle a ver.
Cuando Joan Cruzat llegó a la tarde de su ganadería, halló a
su mujer llorando y, preguntando por qué lloraba, le respondió que maesse Joan
de Mañeru y el francés le habían sacado las tripas al muchacho y se moría.
Fue a ver a su hijo y comprendió que se estaba muriendo.
Seguidamente, hacia las once de la noche, se encaminó a casa de Mañeru para que
curase a su hijo, pero la mujer le negó que su marido estuviese en casa, sabiendo Cruzat que estaba en ella.
Volvió el padre a su casa y halló al muchacho ya muerto; visto esto fue a masse
Joan Ruiz, el otro cirujano que ejercía en el pueblo, pero éste no quiso salir
de casa diciendo que él no había de poner manos ni tocarle, pues otros habían
puesto mano en el muchacho.
Entonces fue a quejarse al alcalde, quien en vista de la
razón que tenía se levantó de la cama y ambos acudieron a la casa de Joan Ruiz.
Este, a regañadientes, reconoció al muchacho en presencia del alcalde y otras
personas de la villa y halló que el muchacho tenía sacadas las tripas y muerto;
con esto le amortajaron.
Comprendiendo el alcalde la maldad que habían hecho Mañeru a
una con el francés castrador, lo metió en la cárcel, con guardas, y por estar
como estaba Cruzat muy pobre y no tener con qué seguir el pleito, lo dejaron y
consintieron en su libertad con fianzas, no dando parte a la justicia de las
cosas susodichas.
OTOS CASOS EN DONDE JOAN MAÑERU OPERÓ UNAS VECES CON ÉXITO Y OTRAS NO.
OTOS CASOS EN DONDE JOAN MAÑERU OPERÓ UNAS VECES CON ÉXITO Y OTRAS NO.
Aprovechando la acusación y relato anterior anexan lo
ocurrido hace 4 años a Joan de Sagardi, criado que fue de Joanes de Saldías, quien
estando enfermo en cama, hinchado todo el cuerpo como una bota, le sangró una
vez y le ordenó dar ciertas bebidas de su propia autoridad, sin consulta del
médico.
Según Mañeru la bebida era agua de escabiosa con atriaça, y esto lo daba a los pobres por no tener posibilidad para ir a los médicos ni traer remedios de la botica y no bebidas evacuantes. De la citada enfermedad murió al cabo de ocho días.
El mismo amo, declara no sabe si Mañeru faltó en su oficio porque, vio que le aplicaba las medicinas con buen intento.
Según Mañeru la bebida era agua de escabiosa con atriaça, y esto lo daba a los pobres por no tener posibilidad para ir a los médicos ni traer remedios de la botica y no bebidas evacuantes. De la citada enfermedad murió al cabo de ocho días.
El mismo amo, declara no sabe si Mañeru faltó en su oficio porque, vio que le aplicaba las medicinas con buen intento.
También se recoge en la acusación el hecho que ocurrió hacía
4 años en el que Mañeru sangró a un hijo de Miguel de Lusar llamado Martín, sin
parecer del médico y en el ímpetu de la calentura.
Según los testigos que estaban visitando al enfermo, cuando llegó Mañeru, le preguntaron qué había sucedido pues Martín estaba bañado en sangre, incluso había atravesado los colchones y llegado hasta el suelo; a lo que el acusado respondió que la culpa era de los cuidadores del enfermo.
Estando así llegó maesse Joan Ruiz, el otro cirujano del pueblo, quién le tomó el pulso y viendo la situación acusó a su compañero de haber sangrado estando con la cesión (calentura).
Mañeru, votando a Dios, le insultó llamándole perro judío y haciéndole saber que él no había de enseñarle a hacer sangrías, pues las hacía mejor; levantando la espada de la punta, le quiso dar con las guarniciones en la cabeza y le hubiera dado si no se hubieran metido por medio para despartirlos. El muchacho murió a los ocho días por no atar bien la sangría.
Según los testigos que estaban visitando al enfermo, cuando llegó Mañeru, le preguntaron qué había sucedido pues Martín estaba bañado en sangre, incluso había atravesado los colchones y llegado hasta el suelo; a lo que el acusado respondió que la culpa era de los cuidadores del enfermo.
Estando así llegó maesse Joan Ruiz, el otro cirujano del pueblo, quién le tomó el pulso y viendo la situación acusó a su compañero de haber sangrado estando con la cesión (calentura).
Mañeru, votando a Dios, le insultó llamándole perro judío y haciéndole saber que él no había de enseñarle a hacer sangrías, pues las hacía mejor; levantando la espada de la punta, le quiso dar con las guarniciones en la cabeza y le hubiera dado si no se hubieran metido por medio para despartirlos. El muchacho murió a los ocho días por no atar bien la sangría.
En otra ocasión, hace algo más de año y medio, Martín
Vicente, tenía un hijo de 25 años, llamado Salvador, que se encontraba en cama,
con enfermedad que llaman entraste (grano) y tenía hinchado todo el pescuezo,
por lo que decidió llamar a los cirujanos Ruiz y Mañeru.
Habiéndolo reconocido lo sangraron entre ambos cirujanos por dos veces y le dijeron y aseguraron que no tendría nada su hijo.
Siendo esto así, al otro día vino solo el acusado, visitó al enfermo y, sin más orden ni tratar con Ruiz, lo sangró tercera vez y aplicó muchos emplastos.
Después de haber sangrado tercera vez nunca se calentó en la cama hasta que murió al cabo de tres días después de la tercera sangría, según el padre.
La hermana difiere algo el relato pues señala que al día siguiente vinieron los dos cirujanos juntos a visitar al enfermo y quedaron en concierto de que se le sacase una onza de sangre.
De allí a un rato, vino el acusado y sin más ni otra cosa, estando con mejoría el enfermo, le sangró tercera vez y le sacó dos escudillas de sangre llenas, no habiendo de sacar mas que una onza, según trataron entre los dos cirujanos.
Sabe que después que se le hizo la tercera sangría fue acabando y de peoría que no se pudo calentar en la cama y estaba hecho un hielo hasta que murió.
Habiéndolo reconocido lo sangraron entre ambos cirujanos por dos veces y le dijeron y aseguraron que no tendría nada su hijo.
Siendo esto así, al otro día vino solo el acusado, visitó al enfermo y, sin más orden ni tratar con Ruiz, lo sangró tercera vez y aplicó muchos emplastos.
Después de haber sangrado tercera vez nunca se calentó en la cama hasta que murió al cabo de tres días después de la tercera sangría, según el padre.
La hermana difiere algo el relato pues señala que al día siguiente vinieron los dos cirujanos juntos a visitar al enfermo y quedaron en concierto de que se le sacase una onza de sangre.
De allí a un rato, vino el acusado y sin más ni otra cosa, estando con mejoría el enfermo, le sangró tercera vez y le sacó dos escudillas de sangre llenas, no habiendo de sacar mas que una onza, según trataron entre los dos cirujanos.
Sabe que después que se le hizo la tercera sangría fue acabando y de peoría que no se pudo calentar en la cama y estaba hecho un hielo hasta que murió.
Don Pedro Zabalza, presbítero y beneficiado de la iglesia,
sabe que como teniente del vicario, visitó a un hijo de Martín Vicente diciendo
que estaba enfermo y es así que le halló muy afligido, con un grano en el
pescuezo y muy hinchado el rostro; al parecer de este testigo era carbunclo y
muy enconado. Viendo el peligro en que estaba, le administró los sacramentos.
También se le acusó de que sangró a una muchacha de Graciosa
Abaurrea después que le había salido la viruela y luego murió de esta sangría;
por el contrario, el cirujano señala lo hizo al principio de la enfermedad.
Igualmente lo acusan de que sangró a su padre sin necesidad y le duró la convalecencia, por no saber lo que se
hizo, más de 8 meses; a ello alega el cirujano que la larga convalecencia no
fue por causa de la sangría, antes más, le libró del peligro de muerte.
ACUSACIONES
En general lo acusan el fiscal del Protomédico y el
denunciante, Juan Jerónimo Martínez, alguacil de la infantería del presidio de
Pamplona, de haber hecho curas de enfermedades que no entiende, excediendo de
la licencia y facultad del título concedido, a cuya causa, por ignorancia e
insuficiencia del dicho Mañeru, han muerto muchos de los enfermos y otros han
quedado lisiados, que ha autorizado y acreditado a otros que se han entrometido
en curas sin licencia; que no ha guardado las condiciones y limitaciones del
dicho título y que aquel lo ha falseado y borrado en partes sustanciales
eliminando las condiciones.
DEFENSA
Mañeru se defiende de la acusación señalando que en todas
las ocasiones que se han ofrecido en la villa ha procedido guardando el método
y reglas de su arte; y si la malicia de los accidentes y excesos de los
enfermos han podido más que el arte, de ninguna suerte puede imputarse a culpa
ni falta de su parte; si a eso se diese lugar, se podrían hacer procesos mucho
más justificados contra cualesquiera cirujanos y médicos que han entendido en
curas mayores.
Por otra parte señala que el pleito se ha movido
maliciosamente y por sola emulación de Joan Ruiz, que es el otro cirujano que
asiste en la misma villa, por los encuentros que ha tenido con él sobre
apensionamientos y como parte formal dio orden de proceder contra dicho
acusado.
El comisario que entendió en las informaciones le requirió que le representase testigos y se allanó a presentarlos.
El comisario que entendió en las informaciones le requirió que le representase testigos y se allanó a presentarlos.
SENTENCIAS
El 1 de julio de 1.610 se dicta la sentencia de Corte
condenando a Juan de Mañeru a que por tiempo de 4 meses continuados no use del
oficio de cirujano en manera alguna, y acabados que sean, renueve el título y
acudiendo ante mí para el dicho efecto para que se cumplan las palabras que se
hallan borradas y que en el ínterin no ejerza dicho oficio so pena que será
castigado con rigor, y usando de benignidad, por esta vez, ultra de lo susodicho,
le condeno en 200 libras, las cuales las dos partes para la Cámara y fisco de
S. M. y la otra al denunciante.
El 15 de enero de 1.611 se dicta la sentencia de Consejo que
confirma la sentencia con que los 4 meses de suspensión de oficio de cirujano
en que se condenó al dicho Juan de Mañeru, acusado, sean 2 meses y no más y con
que las 200 libras que así bien condenó al dicho acusado sean 100 libras y no
más y aplicamos las dos partes de tres de ellas para Nuestra Cámara y Fisco y
el dinero se traiga a Nuestro Consejo para que con él se acuda al reparo de las
camas de los pobres de la cárcel y la otra tercera parte para el denunciante,
con costas.
Finalmente el 5 de marzo de 1.611 se pronuncia la sentencia
en grado de revista señalando que los del Consejo que de esta causa conocieron
pronunciaron bien su sentencia y que la deben de confirmar y confirman como
sentencia bien y justamente pronunciada, sin embargo de los agravios en
contrario presentados, con que las 100 libras en que condenaron a Juan de
Mañeru, acusado, sean 30 libras y no más y en cuanto a la suspensión de oficio
por tiempo de dos meses revocan la dicha sentencia; con costas.
Proceso Nº 2.239
* Toda la parte aérea de la escabiosa tiene propiedades
medicinales; es depurativa, diurética, febrífuga, diaforética, vulneraria y
emenagogo, y reguladora menstrual. Comúnmente se usa el bocado del diablo en
infusiones.
PUBLICADO POR JUANJO EN http://pitillas-navarra.blogspot.com.es/2012/04/en-reivindicacion-del-cirujano-de-uxue.html
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