Cuando tocó hablar de la fuente de Santacaramuru dije que está en el término del mismo nombre, cerca del corral de Nicolás Ugalde.
Y en éstas, me acuerdo de un poema que nuestro paisano Gaudencio Remón dedicó a Gregorio en su libro titulado "Romancero del campo" publicado el año 2001.
POTACO
Cuán lejos queda su nombre
y sin embargo, cercano.
Si por bautizo Gregorio
todos le llaman Potaco.
Debe andar lleco en la letra
pero letrado en el campo.
De sol a candil el cerro
consume sus largos años
mutilando chaparrales
con la segur en la mano,
y en la cintura la piedra
brillante como los astros.
Cultiva huertos y lluvias
curvado como un esparto,
siempre al cuello el tapabocas
y en la boca su cigarro.
Preguntadle por los nidos,
por los cirrieros, los cados,
por las uñas del turón
que sorprende a los gazapos,
a dónde habita el olor
del tafugo pelilargo.
Dónde cruza la cañada,
que hierbas lucen los pastos,
qué flor le encanta a la abeja,
cuál la del fraile morado
o cuando la manzanilla
pregona la flor de mayo.
Curtido pastor de vientos:
dí por qué le humilla al macho
de las cabras, aquí choto,
un braguero en el badajo
cuando se abren los capullos
del serrallo enamorado,
y aguardan con ansiedad
las botanas del mardano.
El último de la sierra,
olfato de viejo irasco,
porque le duelen los pozos
sumidos en broza y barro,
mira el agua y triste piensa
mientras enamora el rallo:
“esta fuente morirá
mi noche de camposanto”
GAUDENCIO REMÓN BERRADE.
Añadí que Gregorio Ugalde, alias Potaco, pastor que vivió continuamente hasta los años 80 en ese corral, mimó y cuidó de esta fuente toda su vida.
Gregorio Ugalde Marticorena fue uno de los últimos uxuetarras aferrados al antiguo modo de vivir. Pasaba semanas y meses en su corral, sin arrimarse al pueblo, atendiendo sus ovejas...
Sabio en su oficio, gran observador de la naturaleza, conocedor de los hábitos de su ganado, las costumbres de las aves, las costumbres de los animales silvestres...
Además de ser pastor, era buen hortelano y de ahí sacaba parte de su sustento... Él cuidó de las fuentes y de los sitios por donde pastoreaba su rebaño...
Ya con muchos años, tuvo que jubilarse... su salud iba menguando... Yo lo recuerdo cerca de la casa de su hermana Victoriana... allí en el frontón, encorvado, encogido en sí mismo... dando paseicos o mirando fijamente a los campos...
En esa etapa de su vida siempre me pareció melancólico, pensativo, como si estuviese añorando continuamente su vida en el campo... como si vivir en el pueblo no fuese con él.....
Gregorio Ugalde sumido en sus pensamientos asomado en el frontón de Uxue, año 1980. Foto conseguida de las muchas que ha publicado J.I.Z. |
Y en éstas, me acuerdo de un poema que nuestro paisano Gaudencio Remón dedicó a Gregorio en su libro titulado "Romancero del campo" publicado el año 2001.
Gauden tiene un corral en Santacaramuru donde pasa largas temporadas. Desde niño conoció a Potaco y con él charló muchas horas...
En la siguiente poesía lo retrata magistralmente. Os pido que la leáis detenidamente, poquico a poco, recapacitando sobre el significado de cada palabra, de cada frase... y veréis lo bien que retrata el modo de ser y vivir de Gregorio Ugalde, nuestro personaje...
Cuán lejos queda su nombre
y sin embargo, cercano.
Si por bautizo Gregorio
todos le llaman Potaco.
Debe andar lleco en la letra
pero letrado en el campo.
De sol a candil el cerro
consume sus largos años
mutilando chaparrales
con la segur en la mano,
y en la cintura la piedra
brillante como los astros.
Cultiva huertos y lluvias
curvado como un esparto,
siempre al cuello el tapabocas
y en la boca su cigarro.
Preguntadle por los nidos,
por los cirrieros, los cados,
por las uñas del turón
que sorprende a los gazapos,
a dónde habita el olor
del tafugo pelilargo.
Dónde cruza la cañada,
que hierbas lucen los pastos,
qué flor le encanta a la abeja,
cuál la del fraile morado
o cuando la manzanilla
pregona la flor de mayo.
Curtido pastor de vientos:
dí por qué le humilla al macho
de las cabras, aquí choto,
un braguero en el badajo
cuando se abren los capullos
del serrallo enamorado,
y aguardan con ansiedad
las botanas del mardano.
El último de la sierra,
olfato de viejo irasco,
porque le duelen los pozos
sumidos en broza y barro,
mira el agua y triste piensa
mientras enamora el rallo:
“esta fuente morirá
mi noche de camposanto”
GAUDENCIO REMÓN BERRADE.
"Romancero del campo"
Año 2001.
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