Foto: Ismael Ibañez |
En días de nieve como los que hemos pasado esta semana
suelen acudir a mi mente imágenes del pasado.
De cuando éramos unos muetes, de nuestros juegos revolcándonos en aquel blanco manto.....
De cuando toda la gente del pueblo se afanaba en quitar la nieve de las calles…
De cuando toda la gente del pueblo se afanaba en quitar la nieve de las calles…
Y los recuerdos de
haber oído a tal pastor o a tal vecino contar los apuros que pasaron para llegar al
corral donde tenían el ganado... Había que ir al campo donde tenían conejos, gallinas, palomas que
atender…
Los apuros que pasaban al
salirse del camino oculto por la nieve, acabando metidos en ventisqueros que cubrían hasta más arriba de la cintura…
De las veces que tuvieron que salir a socorrer a Fulano o Mengano que se habían quedado en sus corrales o se habían perdido en medio de la ventisca...
De las veces que tuvieron que salir a socorrer a Fulano o Mengano que se habían quedado en sus corrales o se habían perdido en medio de la ventisca...
Y al recordar viejas historias de gente extraviada en la nieve, me viene a la mente un
relato de Mikel Zuza: A él le gusta
idear historias enmarcándolas en momentos concretos de la historia de Navarra. De ahí el título del
blog donde las publica: "Crónicas irReales de Navarra".
En este caso, Mikel Zuza imagina su crónica en tierras de Uxue y en medio de una gran nevada.
Es 25 de enero del año 1371.
El rey Carlos II está pasando unos días en
nuestro pueblo acompañado de su familia… también está con él su hijo sucesor.. el que sería Carlos III…
El príncipe, que solo tiene diez años, quiere salir de caza. En solitario, sin otra compañía
que su guardia.
Siendo Príncipe de Navarra, quiere estar a la altura de sus
antepasados que se iniciaron en el arte de la caza siendo todavía muy jóvenes, tal como su abuelo don Felipe que mató su primer ciervo
teniendo esa misma edad que él ahora tiene.
Están en La Sierra de
Uxue, cerca de la ermita de La Blanca… Al poco de soltar los perros, divisan un estupendo ejemplar en
el lindero del bosque.
Mas, justo en ese
momento arrecia la tormenta de nieve y, lanzados todos los jinetes en loca
carrera tras el ciervo, van desperdigándose hasta perderse de vista los unos de
los otros en medio de la enmarañada arboleda que en aquellos tiempos por allí había.
El Príncipe queda solo. Y por más gritos que da, no escucha
respuesta a sus demandas de auxilio. Pasa
el rato y se siente perdido en medio de la gran nevada… el frío va haciendo
mella en él…
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Lector: No quiero seguir describiendo el relato de Mikel Zuza. Me detengo aquí. Él lo hace mejor. Solamente estamos al inicio de esa narración.
¿Os ha picado la curiosidad? Pues pinchar en este enlace. Inmediatamente estaréis en el capítulo donde mi tocayo cuenta con mucha mejor prosa que la mía, de principio a fin, esta irReal historia.
Leedlo. Seguro que os sorprenderá conocer la prodigiosa e inesperada intercesión supranatural que según Maese Zuza salvó al príncipe.