De ahí una coplilla que dicen que cantaba un mocico de Beire:
Pero remontémonos al Ujué de mi infancia. A cuando yo teniay cinco o seis años.
La plaza se llenaba de humo de pólvora quemada.
Otros recuerdos de fiestas .
Pinchar en los siguientes enlaces para leerlos:
- Que fiestas mas majas eran las de antes.
- Ujué, aquellas fiestas de cuando muete. El baile de la plaza y el de casa Zubiri.
- De cuando se corrían toros y novillos en fiestas de Ujué
"Que negro que viene
El nublau por Ujué
Así pone mi madre la cara
Cuando le pido el pré".
Pero remontémonos al Ujué de mi infancia. A cuando yo teniay cinco o seis años.
Tras quedarme huérfano de madre vivía en casa de la tía Joaquina, hermana de mi padre que todavía no era sacristán.
No teníamos muchas tierras que sembrar. Mi padre pasaba más tiempo trabajando “pautri” (para otros) que en las piezas de su propiedad.
Cuando yo eray el mocé que veis en la foto, en casa pasábamos necesidad, pero lo que se dice hambre hambre... puedo decir que no pasé nunca hambre.
Si había que llenar el estómago siempre había algo que llevarse a la boca. ¡Hasta ancinas (bellotas) llegué a comer, que bien ricas que eran crudas o asadas al rescoldo del hogaril!
En casa no se veía un céntimo. La cosa era parecida en tol pueblo. El dinero en efectivo escaseaba.
En nuestra casa, y hasta en muchas que andaban mejor que en la nuestra, se recurría al trueque para conseguir muchos alimentos básicos:
Algún pollo, o algún pichón, o unos huevos se cambiaban en las tiendas por azúcar o garbanzos; la caza (conejos, perdices) por patatas, o por lentejas, o por bisaltos… o por dinero pa poder comprar ropa.
No teníamos muchas tierras que sembrar. Mi padre pasaba más tiempo trabajando “pautri” (para otros) que en las piezas de su propiedad.
Cuando yo eray el mocé que veis en la foto, en casa pasábamos necesidad, pero lo que se dice hambre hambre... puedo decir que no pasé nunca hambre.
Si había que llenar el estómago siempre había algo que llevarse a la boca. ¡Hasta ancinas (bellotas) llegué a comer, que bien ricas que eran crudas o asadas al rescoldo del hogaril!
En casa no se veía un céntimo. La cosa era parecida en tol pueblo. El dinero en efectivo escaseaba.
En nuestra casa, y hasta en muchas que andaban mejor que en la nuestra, se recurría al trueque para conseguir muchos alimentos básicos:
Algún pollo, o algún pichón, o unos huevos se cambiaban en las tiendas por azúcar o garbanzos; la caza (conejos, perdices) por patatas, o por lentejas, o por bisaltos… o por dinero pa poder comprar ropa.
La miel se cambiaba entre vecinos por aceite o por alubias...
En las fiestas de septiembre no faltaban cosas buenas que comer:
El caldo del cocido con fideos, los garbanzos con berza, la carne del cocido aliñada con tomate y pimentos... Pollo asau… que no comíamos uno en tol año pero alguno se guardaba pa fiestas... Ensalada y costillas de cordero al sarmiento....
La carne que se comía en fiestas era la que te daba el carnicero a cambio del cabrito que todos los años se criaba en casa.
Casi todas las familias tenían una o dos cabras que se llevaban a diario a la cabrería municipal pa que Manolo el del Currillo las sacara al campo a pastar...
En las fiestas de septiembre no faltaban cosas buenas que comer:
El caldo del cocido con fideos, los garbanzos con berza, la carne del cocido aliñada con tomate y pimentos... Pollo asau… que no comíamos uno en tol año pero alguno se guardaba pa fiestas... Ensalada y costillas de cordero al sarmiento....
La carne que se comía en fiestas era la que te daba el carnicero a cambio del cabrito que todos los años se criaba en casa.
Casi todas las familias tenían una o dos cabras que se llevaban a diario a la cabrería municipal pa que Manolo el del Currillo las sacara al campo a pastar...
Aquella leche, aquellas natillas…. ¡ ay que ricas!…
Aquellas madalenas que le daban las vecinas a la tía Joaquina a cambio de dejarles cocer unas docenas al horno cuando hacíamos pan en casa… aquellas cascarañas...
Los tomates, el melón, la sandia, los melocotones de la huerta de Basandía... los higos de Astuciaga... Sobre el pan de las meriendas dulce de higos, mostillo, arrope, miel, dulce de membrillo...
En fiestas, los críos como yo, con el buche lleno y con unas ochenas de pré teníamos más que suficiente.
Aquellas madalenas que le daban las vecinas a la tía Joaquina a cambio de dejarles cocer unas docenas al horno cuando hacíamos pan en casa… aquellas cascarañas...
Los tomates, el melón, la sandia, los melocotones de la huerta de Basandía... los higos de Astuciaga... Sobre el pan de las meriendas dulce de higos, mostillo, arrope, miel, dulce de membrillo...
En fiestas, los críos como yo, con el buche lleno y con unas ochenas de pré teníamos más que suficiente.
(A los jóvenes que me leéis os diré que la moneda de ochena equivalía a diez céntimos de peseta.
A una ochena también le llamábamos un ocho.
También había otra moneda más chiquitica, de cinco céntimos que se llamaba cuatrena o un cuatro.)
Por supuesto que aparte de los ochos y de los cuatros que nos daban en casa esperábamos que alguno de nuestros tíos o tías del pueblo tuviera un momento de dadivosidad y nos diera también el pré, que al fin y al cabo eran fiestas.
Con los centimicos que nos daban corríamos al carrico de Rufino o a casa la Basi y casi siempre comprábamos lo mismo: Uno o dos caramelos aquellos de marca Lobi, una zara (regaliz )... o aquellas gaseosicas en polvo que venían en unos sobres y que echabas en la mano pa chuparlas con la lengua…
Una manera de conseguir algún cuatro o algún ocho de más era estar en el frontón y cuando a algún jugador se le escapaba la pelota furrustra abajo por la aldabea, salir corriendo tras ella que igual cuando la devolvías te daban alguna moneda. Y como en fiestas todos los días y a todas las horas había partidos en el frontón…
Los pelotaris también podían mandarte a casa Zubiri a que les trajeras un porrón de cerveza con gaseosa… y también te solían dar algo: algún cuatro, algún ocho...
Otra manera de conseguir incluso hasta alguna pesetica era participar en los juegos de la plaza.
Con los centimicos que nos daban corríamos al carrico de Rufino o a casa la Basi y casi siempre comprábamos lo mismo: Uno o dos caramelos aquellos de marca Lobi, una zara (regaliz )... o aquellas gaseosicas en polvo que venían en unos sobres y que echabas en la mano pa chuparlas con la lengua…
Una manera de conseguir algún cuatro o algún ocho de más era estar en el frontón y cuando a algún jugador se le escapaba la pelota furrustra abajo por la aldabea, salir corriendo tras ella que igual cuando la devolvías te daban alguna moneda. Y como en fiestas todos los días y a todas las horas había partidos en el frontón…
Los pelotaris también podían mandarte a casa Zubiri a que les trajeras un porrón de cerveza con gaseosa… y también te solían dar algo: algún cuatro, algún ocho...
Otra manera de conseguir incluso hasta alguna pesetica era participar en los juegos de la plaza.
Uno de ellos consistía en que ponían una soga entre el balcón de casa Bartolo y la ventana de casa la Julia que están cara a cara y de esa soga colgaban pucheros. Pucheros de barro.
¿Y que había en los pucheros? Pues en unos dinero, en otros caramelos y en otros.. ¡Solo agua!
Te tapaban los ojos, te hacían dar unas vueltas pa desorientarte y te ponían una estaca en la mano pa ver si le dabas a algún puchero…
El puñetero aguacil, o alguno de los que estaban organizando movían la soga de los pucheros parriba y pabajo… y tú tratabas de acertar…
La cosa era no perder la calma e ir despacio intentando encontrar un puchero con la estaca así bonicamente, con suavidad, y si lo localizabas y nadie movía la soga pues intentabas dar un golpe fuerte y ¡zas!… ¡puchero roto!
Ya podías andar rápido porque entre que soltabas el garrote, te quitabas el pañuelo que te tapaba los ojos y te querías fijar por donde andaba el botín, los demás muetes y muetas ya estaban recogiendo lo que tú habías conseguido…
Era más seguro el premio del juego de los barreños.
¿Y que había en los pucheros? Pues en unos dinero, en otros caramelos y en otros.. ¡Solo agua!
Te tapaban los ojos, te hacían dar unas vueltas pa desorientarte y te ponían una estaca en la mano pa ver si le dabas a algún puchero…
El puñetero aguacil, o alguno de los que estaban organizando movían la soga de los pucheros parriba y pabajo… y tú tratabas de acertar…
La cosa era no perder la calma e ir despacio intentando encontrar un puchero con la estaca así bonicamente, con suavidad, y si lo localizabas y nadie movía la soga pues intentabas dar un golpe fuerte y ¡zas!… ¡puchero roto!
Ya podías andar rápido porque entre que soltabas el garrote, te quitabas el pañuelo que te tapaba los ojos y te querías fijar por donde andaba el botín, los demás muetes y muetas ya estaban recogiendo lo que tú habías conseguido…
Era más seguro el premio del juego de los barreños.
Ahí íbamos de uno en uno intentando recoger con la boca las pesetas que echaban en un barreño lleno de agua. ¡Y mira que es difícil coger con los morros una moneda plana sobre el fondo plano de un barreño!...
Pues nada, te hacían poner los brazos tras la espalda y hale.. ¡A meter toda la cabeza!.
Si conseguías coger una moneda podías pasar al siguiente juego que era parecido… Pero ¡en un barreño lleno de harina!
¡Qué risotadas soltaba el personal! Metías la cabeza toavía mojada en la harina buscando desesperadamente esa peseta con la que te podías comprar hasta una botellica de gaseosa en Casa la Julia o en Casa Tomás y…. te quedabas con toda la harina apegada que luego no podías ni abrir los ojos… ¡Ah! Eso sí: La gente se reía mucho.
Otros juegos con premio eran los de la carrera de sacos... o el de ir con una cuchara en la boca y en la cuchara un huevo… o la de correr a la chánguila (a la pata coja) toda la plaza..
Menos mal que no necesitábamos mucho pré pa pasarlo bien.
Si conseguías coger una moneda podías pasar al siguiente juego que era parecido… Pero ¡en un barreño lleno de harina!
¡Qué risotadas soltaba el personal! Metías la cabeza toavía mojada en la harina buscando desesperadamente esa peseta con la que te podías comprar hasta una botellica de gaseosa en Casa la Julia o en Casa Tomás y…. te quedabas con toda la harina apegada que luego no podías ni abrir los ojos… ¡Ah! Eso sí: La gente se reía mucho.
Otros juegos con premio eran los de la carrera de sacos... o el de ir con una cuchara en la boca y en la cuchara un huevo… o la de correr a la chánguila (a la pata coja) toda la plaza..
Menos mal que no necesitábamos mucho pré pa pasarlo bien.
Lo nuestro era jugar y correr. Ir con los músicos en las dianas de la mañana… ver el ambiente de la plaza, del frontón… ver las carreras que hacían hasta la Cruz, estar en la ronda de los músicos y los mozos por la tarde…
Ver qué hacían “los borrachos” que así les llamábamos a los mozos de los pipotes cuando hacían cosas raras en la ronda y en la plaza... los campeonatos de sogatira que hacían los mayores... participar en los juegos que hacían pa nosotros...
Total que pa las diez de la noche estábamos rendidos de cansancio y sueño y nos íbamos a la cama.
Pero alguna noche había fuegos artificiales y yo llegué a salir, acompañado de mi padre, pa verlos.
Total que pa las diez de la noche estábamos rendidos de cansancio y sueño y nos íbamos a la cama.
Pero alguna noche había fuegos artificiales y yo llegué a salir, acompañado de mi padre, pa verlos.
En la plaza, las luces apagadas, ponían dos postes y en cada uno una rueda que cuando las cebaban (encendían) daban vueltas y vueltas haciendo muchos carronchos de fuego y echando chindas de muchos colorines pa tó los laus…
La plaza se llenaba de humo de pólvora quemada.
Los estampidos que pegaban los fuegos al acabarse eran de mucho estruendo y pa remate encendían una traca mu larga que iba colgada de un lau pautro de la plaza, de una casa pautra, de otra pa otra.. haciendo zetas y muchas revueltas.
¡Madre mía, qué de tiros y qué de bombazos!:
¡Madre mía, qué de tiros y qué de bombazos!:
Al acabar todo, yo me quedabay sordo, espantau y requeteasustau por tanta chinda (chispa) que saltaba por cualquier lau, tanto humo, tanto tiro, tanto petardazo y tanto fogonazo.
Ah, los mueticos y mueticas de mi edad también jugábamos a bailar mirando y remedando a los mayores…
Ah, los mueticos y mueticas de mi edad también jugábamos a bailar mirando y remedando a los mayores…
Y una vez, una mueta que era mucho maja y tenía un poco más edad que yo y que me gustaba mucho, me sacó a bailar en la plaza...
Ay… ¡Aquellas fiestas cuando yo teníay cinco o seis años! …
¿Que quién era la mueta?
¿Que quién era la mueta?
Ah, no, no. No os lo diré, que me puede estar leyendo y se puede poner colorada.
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Otros recuerdos de fiestas .
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- Ujué, aquellas fiestas de cuando muete. El baile de la plaza y el de casa Zubiri.
- De cuando se corrían toros y novillos en fiestas de Ujué