Páginas

viernes, 16 de diciembre de 2016

El boato de los reyes de Navarra. Reyes que imponían las manos para curar.

En dos anteriores capítulos de este blog hablamos de la ostentación ejercida por los reyes de Navarra en cuanto al ejercicio del caza mayor en cuyo caso, aparte de tener excelentes jaurías de perros, llegaron a tener hasta tigres para sus batidas de osos, jabalíes y lobos. (Ver aquí)
En cuanto a la caza menor mencionábamos el uso de la cetrería signo exclusivo de distinción de la monarquía y alta nobleza. (Ver aquí).
                                 ---------------
Hoy, tras haber leído dos trabajos en Internet, mencionaré el boato de los reyes de la casa de Evreux en cuanto a su vida palaciega para mencionar a continuacion una creencia popular según la cual los reyes de Navarra de dicha dinastía podían curar enfermedades al imponer sus manos sobre quienes las padecían.



El boato de los reyes al presentarse en público.
El primer trabajo que leí fue el de Merche Osés Urricelqui que hizo su tesis doctoral (sobresaliente cum laude por la Universidad Pública de Navarra) investigando el ajuar de Carlos III de Navarra (1387-1425). 

Según los gastos consultados por la Doctora Osés en los Registros del Tesorero conservados en el Archivo Real y General de Navarra, Carlos III tuvo por aquellos tiempos la corte más lujosa de toda Europa.
El año de su coronación destinó casi el 23% del presupuesto de la Corona en gastos suntuarios con el fin de dejar patente “su prestigio y poder”.


El palacio que Carlos III mandó construir en Olite era en si mismo un extraordinario escenario de ostentación por su peculiar estructura de esbeltas torres, lujosas estancias, balcones, jardines, bestiario, aves y animales exóticos que tenia en su interior.

El rey se rodeó de artistas, tejedores, sastres, orfebres y perfumistas encargados de tener a punto su ajuar de forma exclusiva y personal: vestimenta para las diversas ocasiones y ceremonias, joyas, vajillas, armas de lujo, tapices, alfombras, ropa de cama, ropa de casa,...

El Rey debía cuidar su figura tanto en palacio como en la calle, tanto en cacerías como en los actos diplomáticos o presidiendo actividades lúdicas (música, torneos, festejos) de la Corte así como en su asistencia a las celebraciones litúrgicas en templos y catedrales.

Miembros de la Nobleza y de la Corte veían al Rey diariamente. Los peregrinos que pasaban por Olite querían verlo y muchos eran recibidos en audiencia. Los monarcas y los embajadores de otros reinos lo  veían en sus viajes diplomáticos a Olite.
En todos los casos y circunstancias, el rey debía aparentar en sus modales, en sus ceremoniales, en el lujo de las estancias del palacio y en el de su atuendo personal un halo de prestigio y poder acorde con el hecho de ser la figura más importante del reino.

El Rey, figura cuasi divina.
La mayor parte de los navarros tenía pocas opciones de ver al rey. Cuando los monarcas viajaban, los habitantes de los lugares por donde pasaban podían contemplar su nutrida y vistosa comitiva a una distancia determinada, pero nada más. 
Por su estudiada lejanía, por haber sido alzado en la catedral de Pamplona en ceremonia ante los Tres Estados y el Obispo, por la fama del lujo y boato de la Corte, el vulgo consideraba al rey como un ser poderoso al que atribuían un origen casi divino por estar por encima de todos los demás estamentos sociales del reino.

El Toque Real: Carlos II y Carlos III de Navarra lo ejercieron para curar enfermos.
Un enlace puesto por el amigo Mikel Zuza en una de sus Crónicas iReales de Navarra (Ver aquí) me llevó a un artículo de María Raquel García Arancón en el que se cuenta que tanto Carlos II como su hijo Carlos III impusieron sus manos sobre enfermos de condición humilde que esperaban sanar por medio de ese rito.
Según esta estudiosa de la historia medieval de Navarra, hay constancia documental de que Carlos II impuso sus manos sobre enfermos al menos en ocho ocasiones durante su reinado.
Durante el reinado de Carlos III detectó que hay registradas otras once veces en que el rey impuso el también llamado "Toque Real" sobre varios enfermos de la plebe.

Este era un ritual que la dinastía de los Capetos solía oficiar en Francia donde el vulgo creía que los enfermos podían sanar si el rey los tocaba. (Carlos II de Navarra tenia ascendencia Capeta por vía materna). 
Los reyes consentían ejercer esta ceremonia con tal de poder reflejar ante los más humildes y necesitados una visión portentosa de su persona.

Si los menesterosos que habían tenido la fortuna de ser tocados por el rey sanaban, era seguramente a causa de las dadivosas limosnas que recibían.
Con esa ayuda podían satisfacer su hambre y comprar los remedios necesarios para curar su miseria, aunque temporalmente fuera.
La imagen que quedaba en el imaginario popular era que la curación se debía al poder sobrenatural que presuntamente ostentaba el rey, el cual veía así aumentado su prestigio.

El acto de la imposición de manos sobre enfermos entra dentro de las ceremonias de ostentación y poder que la Realeza necesitaba ejercer para demostrar ante el pueblo llano que su estatus rayaba en lo divino y era superior a todos los demás estratos del reino.


Como vemos en el anterior grabado, Enrique III de Navarra y IV de Francia seguía a comienzos del siglo XVII con la costumbre de imponer las manos a los enfermos. En esta ocasión nada menos que a 575 aquejados.

--------------------
ENLACES DE INTERES:

Para elaborar este articulo ha sido de gran utilidad consultar en las publicaciones a donde dirigen los siguientes enlaces:

- Raquel García Arancón. Los Evreux reyes taumaturgos de Navarra.

Para saber más sobre el "Toque Real", presunto poder curativo que ejercieron los monarcas de varios reinos de Europa, os recomiendo leer el articulo que Wikipedia tiene al respecto pinchando aquí
----------------