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martes, 8 de abril de 2014

Carracas, matracas y tabletas: Folklore de Semana Santa en Uxue.

Cuando todavía éramos unos muetes, allá por los años 50-60, la Cuaresma nos resultaba tétrica y escalofriante. 
Todos los días, tras el rosario, se hacia el Viacrucis. Esta devoción consta de catorce estaciones o momentos donde se comentan los sufrimientos de Jesús en su camino hacia el Calvario.

En los momentos en los que se recuerda las tres veces que Jesús cae en el camino, en el que se comenta su crucifixión y en el de su muerte, se hacían unos cantos que acababan poniéndonos la carne de gallina de lo impresionantes que eran (y son).

Durante los viernes de cuaresma solía ser muy respetada la norma de no comer carne y la de ayunar.
El domingo anterior al de Ramos la cosa aumentaba en tenebrosidad y tristeza: Largas telas moradas o negras cubrían los altares de la iglesia e incluso la Virgen de Ujué quedaba oculta bajo un paño morado.

El Domingo de Ramos tenía un colorido un poco más alegre a causa de la cantidad de ramos de olivo, de colostia (acebo) y alguna que otra palma que los más pudientes compraban en Tafalla. Los niños portábamos contentos tales ramos en la misa de la procesión de la entrada de Cristo en Jerusalén.

EL TRIDUO SANTO.
Dentro de la Semana Santa, al jueves, viernes y sábado se les llama el Triduo Santo.
  
El jueves es especial porque a la tarde se celebra la última cena de Jesús con sus discípulos.
Cuando críos (años 50) en Ujué se salía en procesión tras la misa de la Ultima Cena. Numerosos hombres entunicados portaban los pasos de la Oración del Huerto, del Atado a la Columna, de Jesús con la Cruz a Cuestas y el Crucificado del altar de la Vera Cruz que era llevado por otro entunicado. Todo aquello era impresionante.

El viernes es el día del apresamiento, pasión y muerte de Jesús. Al anochecer salía la procesión de la Dolorosa.
Años mas tarde, cuando ya eramos unos mozalbetes, ambas procesiones (la del jueves y la del viernes) se fusionaron en una sola que salía el Viernes Santo.

La noche del sábado se celebra la resurrección de Jesús.
Durante estos días en la radio solo emitían sermones y música clásica que resultaba triste y acongojante.

EL SILENCIO DE LAS CAMPANAS.
Durante la misa del Jueves Santo, que se debe celebrar al atardecer, llegado el momento del Gloria se hacían sonar todas las campanas de la torre mientras que dentro de la iglesia los monaguillos hacían sonar un sinfín de campanillas mientras duraba el canto del Gloria.
Y desde ese momento hasta la misa de Resurrección de la noche del sábado, las campanas quedaban mudas y el protagonismo sonoro pasaba a las matracas, carracas y tabletas.

LA MADERA HECHA SONAJERO. (CARRACAS, MATRACAS Y TABLETAS)

LA CARRACA
¿Quién no ha visto una carraca? En cualquier mercadillo podemos ver a artesanos elaborando este instrumento.
Al hacer girar la carraca la lámina de madera suena al ir pasando por la rueda dentada.

En tiempos, también se llevaban carracas al fútbol y era famoso aquel grito de ánimo "¡Rá, rá. rá, Osasuna, campeón!" ( Rá- ra - rá imita el ruido de la carraca).
Se da el sobrenombre de "carraca" a todo aquel que habla en voz alta sin ton ni son y sin atisbos de callarse.

LA MATRACA.

La matraca es un instrumento de madera compuesto de un tablero y una o más aldabas o mazos, que al accionarlo produce ruido.
Según contaban los mayores, en Ujué preferían usar carracas y tabletas, pero también se utilizaban matracas de pequeño tamaño.

Estas matracas constaban de una tabla horizontal que por la parte de arriba tenia un pomo para manejarla y bajo la tabla un martillo, también de madera, que se movía a un lado y al otro para hacer sonar con sus golpes la tabla de la matraca.  
 
Existen matracas tan enormes que se tienen que mover con una manivela. 
La del siguiente vídeo es la de la catedral de Pamplona.
Matracas de este tamaño se usaban durante el Triduo Santo en catedrales, monasterios y conventos para señalar a los canónigos y comunidades monásticas las horas en que debían hacer sus rezos.



Si habéis observado el ruido que produce este instrumento durante los cincuenta y un segundos que dura el vídeo, podréis comprender el significado de de la frase “Dar la matraca”: Hacer ruido con insistencia, insistir mucho en un asunto hasta molestar.

LA TABLETA (O PALETA).
En tiempos en que mi padre fue sacristán de Ujué, en la iglesia no había ni matracas ni carracas, pero sí una tableta .

Este instrumento constaba de una tabla rectangular con mango para agarrarla.
Tenía otras dos tablas más, atadas a cada lado de la del mango con una cuerda que debía quedar un tanto floja para que se pudieran mover.
Al mover la paleta se provocaba el choque de las tablas móviles con la fija produciendo un "taclak- taclak" bastante sonoro.

Esta tableta era (allá por los años 60) el único objeto que empleaba la iglesia parroquial de Uxue durante el Triduo Santo para advertir a los fieles que el oficio religioso de turno iba a comenzar.
Los monaguillos peleaban entre sí pues todos querían salir con la tableta al Losau (atrio) para dar el aviso.
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UXUE. USO POPULAR DE LAS CARRACAS, MATRACAS Y TABLETAS EN SEMANA SANTA

EL MONUMENTO. 
CANCIÓN PETICIONAL DE UJUÉ PARA PEDIR "ABUJAS PARA EL MONUMENTO".
Recibe el nombre de Monumento el altar que se construye exclusivamente para albergar al Santísimo a partir de la Misa del Jueves Santo hasta el Oficio de la muerte de Jesús del Viernes Santo.

Ese altar que año a año se coloca y vuelve a desmontar, tiene un Sagrario donde queda expuesto el Copón con las Formas consagradas el Jueves Santo. 

Cuando muetes, el Monumento de Uxue se montaba en el ábside románico de la derecha limitado por un decorado gris que representaba un arco sustentado con columnas de gran porte. Años más tarde el Monumento se ponía en la nave gótica tapando la puerta Norte.

Dentro del armazón del decorado se ponían bonitos cortinajes que se sujetaban con agujas al entramado.
El sagrario se colocaba en el centro y quedaba rodeado de infinidad de flores (sujetas con agujas a las telas del monumento).
A cada lado del entramado muchas macetas a cual más florida y muchos candelabros cuyas velas permanecían encendidas hasta la función del Viernes Santo tras la cual se retiraba el Santísimo y se desmontaba el Monumento.

LA  CANCIONICA QUE CANTABAN LOS NIÑOS POR LAS CALLES MIENTRAS ACCIONABAN LAS CARRACAS.
Pues bien. Casi hasta los años 50 los niños de Ujué tuvieron costumbre de salir antes del jueves santo a pedir “abujas pal Monumento"  tocando carracas, tabletas y matracas.
Imaginaros a la marabunta infantil recorriendo las calles del pueblo haciendo sonar tales instrumentos cantando lo que sigue con un son parecido al de la sintonía del programa “Inocente - inocente”:

Angelicos semos,
Del cielo bajamos,
Abujas pedimos
Para el Monumento
¡Y no nos quieren dar!

¡Carra-cata-plís, carra-cata-plás!
Las puerticas de San Blás,
¡Clis-clás-churrumblás!

Arca cerrada, Divino Secreto,
Está Jesucristo cerrado con llave
Como un hombre muerto,
Muerto y sin culpa, y sin merecerlo.

Entramos en la Cuaresma,
Salimos de la Carnal,
¡Maldita sea la gente,
Que se queda sin confesar!

Así me lo envió Elvira Ayesa. Y así lo recuerdo de habérselo oído cantar a mi padre y a mi  tía. 
Es curiosa la mezcolanza en cuanto que primero se habla de las agujas del monumento y al final se habla del inicio de la cuaresma tras carnaval, cuando cronológicamente debería ser al revés. 

Las onomatopeyas (¡Carra-cata-plís, carra-cata-plás, San Blas, Clis-clás-churrumblás!) suenan como de castigo para quienes no han dado "abujas" y rememoran el sonido de las carracas, tabletas y matracas.

Tremebunda la sentencia final: ¡Maldita sea la gente que se queda sin confesar!
Y es que en aquellos tiempos (que parecen tan lejanos y no lo son) todo quisque pasaba por el confesionario y si no… ya veis que lindezas tenían que aguantar...

Elvira Ayesa me cuenta que su padre, (Julián el carpintero) hacía carracas para ella, su hermana, primos y demás muetes del barrio y que todos juntos disfrutaban de lo lindo haciéndolas sonar a la vez que cantaban la cancionica de "angelicos semos"...

LAS CARRACAS Y TABLETAS EN EL OFICIO DE TINIEBLAS DE VIERNES SANTO.
Sobre este Oficio también hablo de oídas ya que los que hemos cumplido los 60 (y más) no lo conocimos.
Era un oficio que se cantaba en la iglesia al anochecer del Viernes Santo. Los salmos y cantos se hacían a la luz de un candelabro de 15 velas que iban apagando poco a poco.

En casa me contaban que la última vela representaba a Cristo y que en vez de apagarla la escondían. Cuando todo quedaba en tinieblas, muetes y muetas hacían sonar carracas y tabletas y los mayores golpeaban los bancos con las manos y la tarima del suelo con los pies, recordando el terremoto que ocurrió cuando murió Jesús.

Según nos contaban, la chiquillería tenía tendencia a hacer excesivamente largo este momento de ruido. Tanto, que el sacristán (cinturón en mano) se ponía donde los críos para hacerles parar.
A continuación volvía a aparecer encendida la vela que representaba a Cristo rememorando su resurrección, se encendía la luz eléctrica de la iglesia y acababa el Oficio.
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Podríamos estar mucho más tiempo hablando de nuestras vivencias de Semana Santa de aquellos años de cuando críos, pero de momento valga con esta mención a matracas carracas y tabletas. Espero que os haya gustado.
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Para saber más sobre el Oficio de Tinieblas tenéis más información aquí aquí.
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