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sábado, 6 de febrero de 2010

El matacuto en Ujué.

                  Foto de los años 50. Plaza Mayor de Ujué.
Junto a la carnicería de Paz y Domingo, la mesa de matar los cutos.

Hasta hace unos treinta años en que las leyes se hicieron muy severas en cuanto a la matanza del cerdo, era normal que en cada casa hubiera un gorrino al que se le mimaba durante el año y que en invierno era sacrificado con la ayuda del vecindario. 
Recuerdo con qué sorna solía soltar mi tía Joaquina aquella pregunta (¿o era lamento?) de porqué los cerdos criados en casa rica eran más gordos que los criados en casa pobre...
Por el contrario, y según dicen, los cutos que en tiempos se criaban por los muchos corrales que había diseminados por todo el término municipal de Uxue solían ser parecidos en gorduras y peso, porque los dejaban salir al campo y se saciaban comiendo bellotas y todo lo que pillaban.

EL DIA DE LA MATANZA.
Recuerdo que siendo todavía un criajo, cuando todavía vivíamos en el Barrio de la Peña, antes de  que subiéramos en octubre de 1964 a vivir a la casa de lo más alto de Ujué (a la casa del sacristán).

Meses de invierno. Un día mataban el cuto en Casa la Faustina. A la semana o así, en casa de Gallipienzano, Algo más tarde mataba Ticiano... y así en otras dos o tres casas más.

Mueticos y mueticas teníamos ocasión de ver como mataban al cuto, pues lo hacían temprano, muy de mañana, antes de que entrásemos en la escuela.
Vecinos y vecinas ayudaban en las tareas...  Los hombres, que si en el momento de la matanza, que si en el momento del chocarrado... 

¡Qué escalofriante oír los chillos del pobre cuto!...
¡Qué impresionante cuando lo echaban ya muerto al suelo y le ponían hilagas y les prendían fuego!..
¡Qué espectáculo ver como raspaban la piel del cerdo pa quitarle lo que quedaba de los pelos y la primera capa de piel, toda chamuscada!

Las mujeres durante el degüello se encargaban de batir la sangre que caía a un barreño para que no cuajase.. Luego en hacer el mondongo...  las morcillas... los chorizos... preparar las piernas del cuto para jamón..
Ayudantes y ayudantas siempre recibían algo. Las partes del cerdo que no se podían conservar: trozos del hígado, riñones, a los días alguna longaniza o un cacho de tocino...
Y así, unos ayudaban cuando los demás hacían el matacuto y cuando el que había ayudado mataba su cerdo le ayudaban los demás...

Todavía recuerdo aquella mesa que el matarife llevaba de casa en casa para sacrificar el cerdo.. y los hombres que hacían falta para sujetarlo para que no se moviera mientras el degüello:
  -Tú mocé (te decía un mayor) sujétalo por el rabo...  
E inocente de tí, te ponías perdido con las cacas que en su desesperación expulsaba el pobre cuto...

Luego la fogata y el chocarrado.. y la apertura en canal de pobre bicho.... todo en la calle a la vista de todos.
Lección de anatomía por parte del matarife (recuerdo en este oficio a Domingo Ibañez): esto son los pulmones, ésto el corazón, éste es el hígado, éstos los menudos y ésto el intestino gordo, el cular.... ¡y ésto la botana!
Y tras cortar la vejiga del animal (la botana) nos la daba a los críos "pa" que jugásemos con ella como si fuese un globo... ¡una botana y tanto crio que la reclamaba!

Tiempos pasados que no volverán.


La foto es un documento gráfico conseguido por Oscar Zubiri. Rememora uno de los últimos matatxerris que hubo en el pueblo. Corrían los años 80.
Es en casa de Maika y Victorino. El matarife: Angel Sendoa. Alrededor los familiares y amigos que ayudaron. Y los niños de la casa, hoy ya mozos, mirando absortos la escena.
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EL MATACUTO
Poema dedicado a la matanza del cuto, obra del ex-secretario de Ujué Don Alfonso Iriarte Landarech y publicada en la revista TILÍN-TILÓN de la Cofradía del Cuto Divino de Tafalla.

EL MATACUTO.
¿Quién no recuerda al ilustre
Huésped de la Cochiquera?
Vivía como un señor,
ocupando una bajera
O la casa del corral
O el hueco de la escalera.

¡Qué salvado con patatas
Se cocía en la caldera,
Elaborado en su honor
En la vieja chimenea!

¡Barítono catorato!
Se acabó la vida buena.
Los cuchillos acerados
Ya se afilan en la piedra.
La necesidad humana
reclama tus excelencias,
Que han de ser, durante el año,
Almuerzo, comida y cena.

Una mañana de invierno,
De diciembre en las calendas,
Se reúne el pelotón,
Que ha de ejecutar sentencia:
Un matarife muy gordo.
Una sabia mondonguera,
unos vecinos amigos
Y unos "muetes" sin escuela.

Barítono, a tu garganta
Ya le han cortado las cuerdas.
Con la sangre a borbotones,
Se te va la vida entera,
Mientras toman los presentes
Mazapanes y mistela.

El condenado es llevado
Al suplicio de la hoguera,
Su cuerpo lo acrisolan
Llamas de olorosa leña.

El matarife en su cátedra,
Ejerciendo la docencia,
Da una lección magistral
De anatomía perfecta:
Aquí el riñón, las costillas,
El hígado y la manteca
La botana, para el chico,
Para que juegue con ella.

Al huésped de mil cuidados
Cuatro forzudos lo pesan,
Y, como estaba apostado,
Pesa cuarenta docenas.

El amo está satisfecho
Y orgullosa está la dueña.
Para merendar preparan
Chocolate con canela.

Por la noche se da el voto
A las morcillas espléndidas,
Entre aromas exquisitos
Del orégano y la especia.

Van a colgar de los techos
Estalactitas selectas
De chorizos y perniles
Longanizas y pancetas.

¡Largo día de trajines
Y también de enhorabuenas!
Que el cuto es un don divino,
Que nos llena las despensas.
A. I. L.

La foto que ilustra este articulo es obra de Oscar Zubiri Sola, fotógrafo uxuetarra de alto prestigio.