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jueves, 30 de octubre de 2008

La perrica Propina.


Mirarla que majica es. Es la biznieta de la Propina, la perrica que teníamos cuando mi padre, mi tía y yo enseñábamos la iglesia de Ujué a los turistas.
Igualica- igualica que su bisabuelica. Su vivo retrato.
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Eran los años sesenta-setenta, los visitantes ya eran numerosos y todo lo que se podía ver estaba bajo llave.

Nosotros éramos los que nos acercábamos a los forasteros y les sugeríamos visitar la iglesia fortaleza.
Si aceptaban, les íbamos abriendo y cerrando las distintas estancias del monumento tratando de explicárselas como bien podíamos:
Presbiterio románico, la Virgen, el corazón de Carlos II, la sacristía con su tesoro, el coro, la torre (aunque era peligroso subir), el paseo de ronda... la Universidad, el aljibe a donde se echaban piedricas pa tener hijos...

Todos los fines de semana eran especiales. A veces teníamos que comer por turnos porque mientras hubiera visitantes había que atenderlos.
En Semana Santa, julio y agosto era tremendo. Casi todo el día atendiendo a la gente.

¿Y porqué hacíamos de guías?
Mi padre era el sacristán, el sueldo misérrimo.
Nosotros teníamos todas las llaves y al finalizar la visita, siempre te daban algo. Había que poner encima del mendrugo algo más pa comer.

No teníamos ninguna tarifa. Si nos preguntaban solo decíamos que era la voluntad. Lo que quisieran dar.
Claro que había gente que ni preguntaba si había que dar algo ni nada. Como mucho, daban las gracias y se iban tan frescos.

Pero hete aquí que siempre, donde acostumbrábamos terminar nuestras visitas, nos esperaba impaciente nuestra perrica. Juguetona. Alegre. Ladradora. Saltarina.

La acariciábamos. La acariciaban los visitantes. Y si éstos soltaban unos duros, pues no pasaba nada. Ni mencionar el nombre de la perrica.

Otra cosa era si los visitantes no daban nada. Entonces ordenábamos a la perrica estarse quieta:
-Propinaaaaaa ¡estáte quieta!
-Es que se llama Propina ¿saben? Les decíamos a los "agarraus". No fallaba.
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Ah.. ¿Que como se llama la de la foto?
Pues como su bisabuela...
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Tranquilos, ya no doy visitas guiadas como antaño. El cura ya no me deja las llaves. Si alguna vez atiendo a alguien, es porque son gente amiga que me lo ha pedido... aun a sabiendas de que  no puedo llevarlos por todo el monumento...
Ahora, la actual perrica Propina se queda en casa, no muy tranquila, porque siempre quiere estar conmigo....
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